5/30/2006

Nuevas chapuzas bloggeras

Se supone que debía instalar un contador que no funciona, así que tendré que revisar la plantilla de nuevo.

Entretanto, he entrado a VideoCure.com y renovado mi lista de videos, la cual pueden ver debajo, el post anterior sobre videos ha sido retirado.

¡SIGO RECOMENDANDO FIREFOX!


  1. Stone Temple Pilots - Vaseline
  2. New Order - Bizarre Love Triangle
  3. Rick Astley - Cry For Help
  4. Sting - Fields Of Gold
  5. Evanescence - My Immortal
  6. Brian McKnight - Love Is - Featuring Vanessa Wi...
  7. George Harrison - Bangla Desh
  8. Lacuna Coil - Heaven's A Lie
  9. Helloween - Hey Lord
  10. George Michael - Freedom
Music Video Codes by VideoCure.com

5/29/2006

Asuntos menos serios- Freaks y geeks

(en la foto, una serie que me encantó cuando la ví y cuyo nombre viene a pelo al post: Freaks and geeks)


Ha llegado a mi correo a través de una de las muchas listas a las cuales estoy lamentablemente suscrito y he recibido esta especie de manifiesto freak (o friki) para los que lo conocen más por ese nombre y que, bueno, se me hace entretenidísima:

DERECHOS IN-ALIEN-ABLES DEL FRIKI

  1. Derecho a ser más friki.
  2. Derecho a quedarse en casa.
  3. Derecho a no tener pareja y ser virgen hasta la edad que sa
    1. 3.1- Derecho a, si tiene pareja, intentar convertirla en friki.
  4. Derecho a no gustarnos el futbol ni el deporte en general.
  5. Derecho a la asociación friki.
  6. Derecho a tener pocos amigos (o ninguno).
  7. Derecho a tener todos los amigos frikis que se quieran.
  8. Derecho a no ir a la moda (una camiseta de Homer es ir siempre de moda) .
  9. Derecho al sobrepeso y a la miopía.
  10. Derecho a exhibir el propio frikismo.
  11. Derecho a dominar el Mundo.

DEBERES DEL FRIKI (DE OBLIGADO CUMPLIMIENTO)

1-Ser friki, pese a todo.
2-Intentar ser más friki que otro friki.
3-Si hay alguna discusión sobre algún tema friki, entrar a dar opinión.
4-Salvaguardar todo el material friki de "personas desaconsejables" (niños pequeños, personas limpiadoras compulsivas...).
5-Hacer todo lo posible para exponer el material friki como si fuera un "Museo del Frikismo".
6-No ser friki de todo. Hay que estar especializado en algo.
7-Ir al estreno de cualquier película friki, comprar antes que nadie un libro o DVD friki.
8-Esperar cola ante un estreno friki, aunque haya posibilidad de telecompra de entradas. Y si es disfrazado, o con camiseta friki, mejor.
9-No desprenderse de nada NUNCA relativo al mundo friki, aunque sea un envoltorio arrugado.
10-Intentar dominar el mundo.

Lo cierto es que no me considero friki (en el último test que me hice salí sólo 15% friki, en todo caso soy más un geek, porque ando metido en el cyberespacio y la tecnología y la CF, aunque no mucho, mmmmmmmm) aunque ejerzo al menos la mitad de los derechos del friki mencionados en la lista, y eso si, no ejerzo ninguno de los deberes (aunque tampoco lo hago muy entusiastamente como ciudadano de a pie :P)resulta simpático ver como la blogosfera se presta para difundir toda clase de datos, desde los chismes menos confirmados y más absurdos, hasta rádicales y entretenidas declaraciones filosoficas y sesudísimas opiniones de gente harto calificada, bueno de todo hay.

Sigamos andando...

Lo Insano de la política


La política no es un tema del cual me ocupe en este blog, pero es uno de los que más me preocupa y ese es el motivo de este post

El sábado que pasó, en la reunión que los miembros de Coyllur tuvimos mientras asistíamos al evento de promoción de la lectura de Promoliro en la ex estación de Desamparados, Micky Bolaños me comentó de un artículo publicado en El Comercio en el que el destacado psiquiatra Saúl Peña opina sobre la actualidad electoral, a menos de una semana de la segunda vuelta.

En el artículo, el Dr. Peña habla acerca de la “aparente” (digo aparente por la misma razón que se dice “sin confirmar”) campaña mediática contra el candidato Ollanta Humala, al cual, citando al mencionado articulista “se le sataniza al mismo tiempo que se le idealiza.”  Y es cierto, al rehazar una alternativa política con un epíteto, al calificar a una persona o a una propuesta del tipo que sea con algún adjetivo enjundioso, no estamos mellándola, a lo más, estamos demostrando lo patético de nuestros limitados juicios de valor.

Ahora, los juicios de valor que imperan en la prensa actualmente –y no sólo en lo referente a la coyuntura electoral- respecto a una definición consensuada de lo “políticamente correcto” dentro de este ambiente son tributarias de visiones y estructuras de creencia muy particulares y casi patológicamente arraigadas.

Para ejemplo, cito la siguiente columna de Guillermo Giacosa en Peru.21, en la cual comenta una entrevista de la “destacada” periodista Rosa María Palacios al candidato, señalando su particular mala entraña para con él, cito: no pude evitar preguntarme si la periodista entrevista para el conjunto de sus televidentes o, inconscientemente, lo hace para el grupo social al cual, por pertenencia o por ideales, quiere complacer.

Entonces, al igual como en el primer post que hice sobre el fenómeno de la lectura, existía una “realidad oficial,”  en el periodismo –o al menos en el periodismo político de estos días- existe esta especie de realidad oficial que sólo existe realmente en la cabeza de los operadores mediáticos, que, bajo su particular óptica rechazan de plano siquiera la discusión de cualquier alternativa a su visión (llamándola incluso una “visión global”)

Aquí hay varias precisiones que hacer, me parece.

Las personas que suscriben la opción de “visión global” están suscritas a la misma estructura económica desarticulada e improductiva que ha imperado a lo largo de la historia peruana, en la cual la costa es para la agricultura y la industria, la sierra sólo para la minería y la selva para talarla. Esta manía predatoria, incapaz de enfocarse a otra cosa que no sea la actividad extractiva, es realmente exasperante.

Además, ninguno de ellos está hablando en serio de la improductividad de las empresas peruanas (cosa que como ingeniero industrial en ciernes, es una preocupación de primera mano) dado que el aumento en las exportaciones se debe, esencialmente al alza de precios internacionales y a que –afortunadamente- están comenzando a lanzarse nuevos productos de bandera, sin que estos grupos de poder tengan nada que ver en ello.

Sino, sigamos recordando, la porción política del ATPDEA era el impulsar proyectos de exportación para impulsar el desarrollo alternativo de cultivos en la selva, de modo que las plantaciones de hoja de coca disminuyesen, pero a punto de terminar el acuerdo lo que vemos es que los beneficiarios son los mismos de siempre, a pesar de la enorme magnitud de potencial genético y biotecnológico existente en la selva y que sigue desaprovechándose.

Ante esto, se hace evidente la aparente condición de iluminados que algunos de sus voceros tienen, y que van a cualquier debate convencidos casi desde una posición dogmática respecto a que sus “recetas” (las del FMI: apertura comercial, limitar el papel del estado, etc.) son las únicas bajo el sol, cuando lo que en mi particular conocimiento indica es que las reformas económicas deben estar necesariamente acompañadas de reformas sociales y educativas, como en los casos de Irlanda y Finlandia, para citar algunos (aunque esta más cercana al socialismo: contaba con un plan estratégico nacional y un compromiso de inversión en áreas estratégicas determinadas mediante un estudio prospectivo, ahora ¿no suena eso conocido?) es decir, El manejo económico basado en cifras no garantiza crecimiento consistente, a lo más ilusorio y con altos costos sociales.

Entonces, lo que se tiene es algo cercano a un doble lazo esquizofrénico, en la cual, ciertos grupos de interés hacen pasar su opinión muy particular como verdad y, ante cualquier otra opinión discordante, verdadera o no, la emprenden en una campaña de intimidación en toda norma. Si le sumamos además la actitud de los mismos medios respecto a Alan García (quien, como señala el Dr. Peña, es más rico que Humala y Lourdes Flores  Juntos) a quien obsequiosamente regalan páginas llamándolo “el mal menor” y cuya campaña enfocada en el slogan: “el cambio responsable” es un dedo queriendo tapar el sol de las tropelías y desastres cometidos durante su gobierno que, indudablemente, nefasto y gracias al cual tuvimos diez años de vergonzoso  fujimorato (no vergonzante, como algún político trasnochado solía decir)

Todo lo cual me hace preguntarme ¿es posible que la angurria de poder (o de acomodo, que es lo mismo) sea el motivador de estos grupos de personas? ¿Es entonces la desigualdad existente no un mal social que debe ser tratado sino un bien que permite a estos grupúsculos distinguirse como “los diferentes” en una sociedad donde todos andamos medio mezclados? ¿Hasta tal grado de insanía puede pretender llegarse con tal de defender una posición dizque ideológica?

El tiempo –me temo- dirá su veredicto.

Sobre la Lectura y otros Demonios (II)

Continúo esta serie de posts con comentarios poco usuales acerca de algo bastante usual, lo que se lee (o deja de leerse)


Como había mencionado en el post anterior, en mi modesta opinión una buena parte de los problemas de analfabetismo en el perú pasan porque –al igual que con la educación escolar- los chicos no encuentran pertinencia entre lo que experimentan diariamente y lo que se les enseña, dice o pide que hagan, entonces, si concebimos la literatura como una rama del entretenimiento, podemos ver que no hay una relación válida entre lo que los jóvenes experimentan o temen y lo que el mercado literario actual (endógeno y exclusivista, mayormente) puede poner de manifiesto frente al mercado que hay.


Al respecto, una columna de Leonardo Aguirre en el Diario La República es más que esclarecedora, hay que hacer algo en la dirección fantástica, de modo que podamos aprovechar toda la serie de elementos fantásticos, cito a continuación:

"A propósito de la publicación de su libro “Mascarón de proa”, Pepe Güich fue entrevistado esta semana en Perú 21. Dijo que quienes cultivan el género fantástico “somos pocos” y que “los peruanos no tenemos sobre nuestras espaldas (...) el peso de una tradición fantástica de inmensa calidad”. Yo añadiría, o precisaría, que no tenemos una tradición de literatura propiamente gótica (ni fantacientífica ni policial, que, como quería Borges, también se desgajan de lo fantástico).

Hace poco me tomé un café con el poeta Héctor Ñaupari y hablamos de lo mismo. Nos quejamos de lo mismo. Por un lado, hemos tenido casi 300 años de historia colonial y, por el otro, todos, sin excepción, hemos escuchado de nuestras abuelas algún relato macabro de procedencia andina o selvática. Incluso, sin ir más lejos, a diario recibimos mails que difunden pavorosas leyendas urbanas, pero, nadie podrá negarlo, antes de borrarlos, los leemos de cabo a rabo. Con tanta materia prima, extraña que, prácticamente, el único que escribió sobre fantasmas en este país haya sido Ricardo Palma. Ñaupari y yo llegamos a la siguiente conclusión: de haber buenos escritores que adapten el género gótico a nuestra realidad, correríamos a las librerías para agotar sus libros. Y no sólo nosotros (escritores consumiendo escritores), sino una gran masa de lectores potenciales pagaría por una buena pluma que traduzca sobre el papel todas esas historias apasionantes.

Hay materia prima pero no productores. Digo más: hay talento, pero los talentosos le hacen ascos a ese tipo de “subgéneros”. Claro, nos defendemos invocando el “pathos”, los demonios de Varguitas o los fantasmas de Sábato. Peor: hablamos de prostitución. Yo creo que falta decisión. El que tiene talento es capaz de escribir en el registro que se le antoje. Sobre sus propios fantasmas (que tal vez no interesen a nadie) o sobre los fantasmas que todavía hoy hacen temblar a los más legos. No sé quién tiene la culpa del tan cacareado promedio nacional de lectura: los lectores desidiosos o los escritores vanidosos. ¿Será que la gente no lee porque no encuentra nada atractivo para leer?"

Esto me recuerda a una discusión que ocurrió la semana pasada en el evento de Promolibro entre el Dr. Ernersto Yepez y dos miembros de Coyllur, Macc y “Chiqui” Vilca, en la cual la madre del cordero era: “lo que están haciendo debería atraer a los jóvenes, pero no funciona.”

La respuesta de ellos era: “este es nuestro segundo día, si ha habido otro problema no es nuestra responsabilidad.”

No me ocuparé de tomar posición por uno u otro lado en este post, sino por mirar un poco más allá a lo que me parece era el fondo del asunto: El desconocimiento –o conocimiento fragmentario- que se tiene de que hacer desde la cultura “del papel” para atraer a los que deberían estarse iniciando en el mundo de la lectura.


Conociendo a los medios

Entonces, si queremos proponer algo en ese sentido, deberíamos comenzar por saber que es lo que estas personas consumen y desean consumir, y nos damos con todo este rollo de las cosas de “consumo popular actual”: los periódicos de a S./.0,50 (en especial los deportivos), el reaggeton en la radio y en la TV, los productos de la “cultura pop” extranjera (Erre Way, RBD, etc. etc.), los videojuegos y la Internet.

¿Qué ofrecen estos que no ofrezca la cultura “oficial”? varias cosas: dinámica, movimiento, interactividad, vértigo y capacidad de ser una válvula de escape de las preocupaciones cotidianas. ¿dónde sino radicaría el éxito de juegos como gunbound o World of Warcraft? Si le damos a cada consumidor la posibilidad de ser un héroe a la Campbell (ver post anterior) pues es evidente que va a tomar la opción de consumir ese producto.

Bien harían los creadores de historias en contagiarse en parte de ese espíritu, ya que un videojuego, por más brillantemente diseñado que esté, resulta menos gratificante como experiencia emocional que la experiencia de crear tu propio mundo y es allí donde la literatura puede intervenir.

El éxito de Harry Potter en regresar a los niños al mundo de la lectura es sencillamente sintonizar con su día a día y sus preocupaciones cotidianas e ir creciendo junto con el mercado al cual va dirigido, en esta parte del Océano no he visto ningún intento de hacer nada parecido.

Entonces la tarea es difícil, pero no imposible, crear historias –de fantasía, especulo- que partan de las mismas preocupaciones cotidianas de los chicos y que, por ende sean capaces de conectar con ellos.

Si a ello le sumamos la interactividad que se puede obtener de estos productos poniéndolos en connivencia con la blogosfera, entonces el resultado podría ser bastante alentador, por lo que convendría implementarlo en alguna escala o producto piloto (¿cuál? allí está el rollo)

Una idea que se me ocurre es usar una especie de focus group virtual, en el que una grupo al azar de chicos comienzan con una historia determinada y luego se les da la posibilidad de modificarla de uno u otro modo y luego esas combinaciones obtenidas se muestran a otros usuarios hasta tener una línea sólida de temas a tratar.

El ataque de los Comics

Otra posibilidad interesante sería usar comics para exactamente los mismos propósitos, ya que la expresión gráfica tiene la dinámica y la interactividad de las cuales el texto comúnmente literario carece, en especial el estilo manga, que por sus particulares características ha calado hondo en los gustos de la gente, entonces, allí hay otra veta creativa que explorar.

Colofón

Así como la cultura del libro formal responde a las característica de la cultura escolástica – y a sus rezagos- es tarea de los creadores de ahora en adelante empeñarse en buscar métodos, registros y formatos alternativos (el blog, por ejemplo) para atraer a la gente a la lectura, total, crear y escuchar historias siempre ha estado en nuestros genes.

5/26/2006

Sobre la lectura y otros demonios (I)

Este es un post que espero sea el inicio de una serie, aunque conociendo mi temperamento bloggero, cualquier cosa puede esperarse



Ilustración:Reading young man de Ignat Bendarik

A consecuencia de avatares del destino y demás azares que está de más comentar, no he tenido la disposición para actualizar mi blog, y es que en realidad no soy de los que creen tener mucho para compartir, en realidad he estado atrancado con un montón de cosas entre la garganta y los dedos que iré soltando de a pocos, creo.

Bueno, el motivo de este post –como reza el título- no es para hablar de mis personales y marcianas –o no tanto- preocupaciones, sino para tratar de otro fenómeno de hecho más preocupante, que tiene que ver con la literatura, los escritores y sobre todo, con los niños, la educación y la sociedad.

Me refiero a la lectura.

La semana pasada (en lo personal, sábado y domingo), junto con la gente de Coyllur, estuvimos en la estación de Desamparados para el evento de promoción de la lectura organizado por Promolibro, una dependencia del Ministerio de Educación, para algo más de detalles sobre eso, el actual presidente de Coyllur “Chiqui” Vilca ha hecho un post en el blog La Nuez al respecto (la nota oficial de Promolibro aquí. Algunas cosas son de destacarse, sobre todo el local, que es de un diseño majestuoso y que ha sido decentemente acondicionado para el uso que le vamos a dar, mayormente talleres de lectura y charlas sobre diversos aspectos de la literatura, de hecho el domingo, Daniel Salvo hizo una concurrídisma charla para padres acerca de cómo estimular el hábito de la lectura en los niños, y aunque no pude quedarme a verla toda (JL hacía una charla sobre el mito del héroe del que Campbell trata en “El héroe de las mil caras”) pude rescatar algunas cosas relacionándolas a mi propia experiencia personal.

El placer, el hábito (que deja de serlo cuando se convierte en placer) de leer es algo que se logra por convencimiento y sólo por convencimiento, además, el papel –tan venido a menos, como atestiguo casi cada vez que voy al colegio- de la familia en la inmersión del niño a la cultura es fundamental. La escuela, por lo general, no va a crear hábitos donde no existen, a lo más impone los rituales por obligación, los cuales, desaparecida la presión que los crea, se van.

Al respecto, aun recuerdo cuando, para un examen de literatura en cuarto de secundaria, perdí Aves sin nido que había leído y tuve que zamparme el jugador de Dostoievski en tres horas, fue encantador. Y lo fue porque me gustó el estilo de Dostoievski, del que estaba leyendo –y aun no puedo terminar- Los hermanos Karamazov.

En mi caso, aprendí a leer por dos razones, la televisión y la casa.

¿Por qué la primera? En la época de mis chiquititudes (Belaunde presidente, Perú en un mundial y antes de la llegada de Alan Damián first stage y Fujirata undead) los comerciales descansaban la mayor parte de su impacto visual en las palabras, entonces, una palabra, o más bien su representación eran lo suficientemente pegajosas para prender en la mente (aun recuerdo el “¡TOYOTA!” cada vez que veía un letrero de esos) entonces ir de los sonidos idénticos a las frases al código para descifrar la palabra impresa no fue mucho rollo.

Pero ese rollo hubiese sido mucho más difícil si no hubiese tenido una familia que ya era aficionada a la lectura, en especial a la ficción y domingos enteros de leer repartiéndose secciones enteras de “El Comercio” (aun lo hacemos ahora con el Peru.21, creo) y además los libros, de los cuales mi tía, en época de vacas gordas hizo un librero de pared completa en la sala. Entonces, leer se hizo de lo más natural, considerando además mi situación (hijo único, madre soltera, rodeado de adultos la mayoría del tiempo) y después vinieron los primer libros, sobre civilizaciones antiguas, el futuro (creo que fue lo primero que leí que se aproximaba a la ciencia ficción, unos fascículos de ¿grijalbo? Acerca de robots, viaje estelar y Dios sabe que más) y la Enciclopedia de Preguntas y respuestas de Charlie Brown (¡Maestro!) y como a los 10, los libros más serios (no sé como hice para acabarme Romeo y Julieta y leerme la Mitad de Hamlet, pero lo hice, ua) algunos de los cuales comencé y nunca terminé –y aun no termino-, y bueno, ya era un romance en toda regla.

Luego, como en el 99, gracias a Micky Bolaños (quien por cierto, tiene un blog por allí, ¿o no, Micky?) me inicié en la ciencia ficción y bueno, aca estamos, terminado el prolegomeno.

Entonces, tenemos un reto, y un reto no pequeño. Veamos, la cultura de la lectura está relacionada con una cultura de respeto a la palabra, especialmente la escrita. Entonces, en una cultura caracterizada por la impunidad y la falta de coherencia, el valor social de la letra se devalúa y los libros se comienzan a volver herramientas para justificar lo injustificable o peor aun, se les desconoce del todo.

Si la escuela –pero sobre todo la Academia y la Universidad, cosa que veo a cada rato en mis cursos- degradada hasta más no poder, sólo se dedica a suministrar información “estrictamente necesaria”, a eludir todos los procesos de análisis y crítica serios y a siempre dar “las fijas” para pasar ¿qué podemos esperar sobre los niveles de lectura de la gente?

Leer significa, de primera mano, ponerse a buscar uno mismo en una autopista de referencias ya holladas, y ahora, con la red y los blogs, de textos de variado nivel listos para ser portados y usados sin intentar comprenderlos, es encarar los diversos niveles en los cuales una palabra puede entenderse o desentenderse, es intentar conectar a todos los yo interiores con ese yo que actúa, siente y se mortifica. Sin una literatura y una ficción que puedan ser apreciadas por el lector, entonces nada se hace.

Segunda cosa a pensar: una literatura es el resultado de una tradición cultural, como afirma sin decirlo Norman Spinrad en un artículo sobre literatura Beat y CF que saldrá en Velero 25, entonces cuando vamos al Perú tenemos no una, sino varias tradiciones culturales entremezcladas, pero que no logran ser subculturas coherentes y estructuradas, es más, me parece que existe una tendencia, sobre todo en ciertos “círculos literarios“ de mantener una especie de “historia oficial” y “postura oficial” sobre la literatura peruana. Y es en medio de este marasmo cultural que las cosas siguen más o menos iguales, sin cambios, mientras la nación se pudre en una ignorancia iliterada y ágrafa.

Y es que esta “historia oficial” y esta “cultura oficial” vive basándose en una serie de falacias.

PRIMERA FALACIA: La literatura es para la gente que pueda comprenderla.
En primer lugar, la literatura puede reivindicar todas las categorías estéticas y artísticas que de seguro le corresponden, pero es sobre todo, un trabajo y un trabajo enmarcado dentro de una cadena un rubro de negocios: el entretenimiento.

Entonces, el problema también pasa por el modelo de negocio de las editoriales “oficiales” (sobre todo las transnacionales) que –salvo honrosas excepciones, mantienen un sistema de ventas basado en rentabilizar mucho con poco inventario, es decir, vender pocos ejemplares a precios altos, sé que mi análisis peca de sobresimplificación, pero ese no es el punto principal.

Mi punto es, la literatura es para todo aquel que quiera disfrutarla, y si quiere, comprenderla, el arte es un ludens y como tal, su primera función es entretener, y para entretener se debe estar inmerso en la tradición o el ethos de una determinada nación a la cual entretener, entonces el reto está en escribir para esas personas, no para “el mercado oficial” ni para “la historia oficial” allí están los mercados y el reto.

SEGUNDA FALACIA: La literatura no es un bien de consumo cultural masivo, es para las personas con poder adquisitivo.
Eso es lo mismo que decir que la cultura es sólo para el que puede pagarla, lo cual es cierto para cierto tipo de cultura, la “cultura del santa Ursula” podría llamársele, enfocada hacia un nicho muy específico de personas, lo cual se debe a que los promotores de este tipo de espectáculos no se arriesgan a llevarlos a una audiencia mayor (recordemos que implica mayores gastos en promoción de producto más plus y los riesgos son altos) pero el tema es que las personas tienen muy en alto –por paradójico que parezca- el valor de la educación y la cultura y están dispuestos a invertir, aunque los promotores no los ven.

TERCERA FALACIA: Los peruanos son ágrafos cuyas expresiones culturales son la danza y la gastronomía, más no la literatura.
Esta ya es de antología, veamos: la gastronomía (y al respecto el discurso de Gastón Acurio es de lo más esclarecedor) vende porque es un producto de consumo masivo, las danzas venden porque se asocian a una escena vernacular que es de consumo masivo, entonces, la pregunta cae por su propio peso, y tal como señala Michael John Harrison para la ciencia ficción, podría parafrasearse del siguiente modo: ¿cómo hacen los escritores –y las editoriales- para entrar al mercado con un producto literario que compita y se haga rentable? ¿Qué tanto están haciendo los escritores para hacer a la literatura un acto de contrición de masas, un bien de consumo masivo? La textura del tapiz social del país ha cambiado dramáticamente en los últimos 20 años, entonces, hace falta que una nueva hornada de escritores comience a carburar historias acerca de sus entornos cotidianos y, tomando prestado de la infinidad de creaciones fantásticas que el Perú ha producido (entre las que podremos dolorosamente citar: Perú país con futuro, El Perú es super, Perú: país posible) crear las historias que la gente quiere leer, tal como habíamos estado discutiendo en la lista de Coyllur, EMHO, me parece que allí está el reto.

Una de las ideas que había surgido del colectivo era incentivar las visitas a escuelas por parte de miembros de coyllur para hacer talleres sobre el tema, por lo que veo en el Blog de Nacho, en paises como España (de más larga tradición literaria y más empuje fandomita) ya se hace, entonces, más razón para hacerlo aquí.

Bueno, a darle al empeño.