6/06/2008

Conexiones (X): Sobre condicionales, presentes, y "el dragón"




y Se acaba el día, y si bien uno debería procurar que quede una lección de algo aprendido o sencillamente algo que compartir, es díficil a veces, y no porque no exista voluntad para ello sino porque resulta laborioso y díficil hacerlo en un entorno siempre cmabiante y de diversas y complejas característcicas.

Y llegados a este punto, he de decir que en esta nota cometeré varios pecados: el primero -y de lejos, el más obvio- es el de la autoreferencia, el tocar temas ya tocados, el hablar de lo mismo, cosa que no se puede evitar, lamentablemente.

El segundo pecado confesable es el de la inconsistencia, mejor dicho anacolutismo, que es el no practicar aquello que se predica y que hace que algunas frases en este blog no pasen de ser malos ejemplos de Wishful Thinking, pero bueno, ya que estamos, a proseguir.

Hasta hace algunos minutos estuve hablando con mi amigo (Erwin, le llamaremos, por conveniencia) quien tras ser rechazado en sus afanes por intentar cortejar a una joven dama quien comparte el centro de labores con él, se encontraba algo abatido.

Trás escuchar atentamente e interpretar desde mi óptica algunas de esos asuntos relacionados, concluí en una frase que coloqué también en mi tumblog y que dice así:

Tres son los enemigos del hombre: Querría, podría y habría. Así como “Querría lograr esto, pero no lo haré” “Podría hacer esto, pero no.” y “Habría sido bueno pero, no lo hice"

Y es que, desde hace algún tiempo, se me ocurre que todos los momentos conviven, que el presente y el pasado no son más que cuestiones de perspectiva subjetiva y que el que escribe estas líneas es el mismo que escribió la nota anterior y el mismo que, en algunos años, leerá esto, reirá y dirá "¡Que Tonto he sido!" todos existen y cada decisión no compromete su existencia, a lo más, la ajusta en algún pequeño grado (al menos eso es en lo que creo) y es que la complejidad del mundo y la manifestación del azar pueblan el tiempo de forma tal que -y aquí cito a mi amigo Miki Bolaños:

Sobre las arenas del azar, trazamos líneas imaginarias que se desvanecen.

Entonces, ¿significa eso que hay que dejar de soñar o hacer planes o aspirar a algo? por contradictorio que suene, la respuesta es no. Y se trata de que siempre hemos de tener algún lugar al que apuntar, una orientación quizás clara no de a dónde queremos llegar, que al final definimos hitos por conveniencia o por las "razones" menos claras que existen, sino de como queremos que sea el camino que recorremos y que queremos ser antes que a donde llegar. Y es que el planear o el trazar objetivos no es un oficio relacionado con el crear monolíticos monumentos a nuestra voluntariedad (porque la voluntad se manifiesta en el momento y comparte, no impone, en cambio, la voluntariedad es esta obsesión por dejar huella o por hacer todo "a tiempo" independientemente de lo que transcurre en el fondo, de lo que pasa o de si aquel estado o mundo al que nos empecinamos en llegar ya no está allí) sino en el, dadas nuestras capacidades y las circunstancias que nos toca vivir (y que no podemos cambiar, de un modo o de otro) como llegamos a escenarios deseables, desde donde los cuales lograr las mayores diferencias para nosotros y el mundo en que vivimos.

Pero ante esto subyace una pregunta que, como casi todas las preguntas que importan no suele tomarse en cuenta hasta que es demasiado tarde ya y se trata de si somos en realidad capaces de caer en cuenta cuales de nuestras aparentes dificultades y restricciones son en realidad eso y cuales no pasan de otra cosa que no sea un "cuco" o un "dragón" del que huimos sólo porque es lo que, desde hace algún tiempo ya, nos hemos acostumbrado a hacer. No es nada sorprendente, porque, parafraseando a Yourcenar:
Con suficiente tiempo, el hombre se acostumbra a todo, incluso al horror.
.
Y el tema pasa por salir por un momento de la caja en la que estamos metidos y tomar conciencia (lo cual puede resultar bastante incómodo pero inevitablemente aleccionador) y comprobar cuales de nuestros temores tienen fundamento y cuales no son más que ficciones convenientes inventadas por nosotros mismos o implantadas como resultado de cosas que vivimos y que NO SON reales, entonces, ese "Dragón" (como en la litografía escheriana que corona esta nota) no hace otra cosa que morderse la cola y con ello, arrastrarnos en una espiral descendente de la que estamos obligados a liberarnos si (y sólo si) queremos hacer una diferencia.

Esto me lleva a algo que escribí como "epígrafe" para alguien a quien le regalé algo y que adjunto como colofón a esta nota:

La princesa del cuento, a diferencia de lo que se suele escribir sobre el tema, podría haber matado ella misma al Dragón que la amenazaba…

Y es que esto suena a tontería y a absurdo, pero hay otra verdad oculta detrás de todas y cada una de las pequeñas revelaciones diarias que recibimos y que, si las escuchas con cuidado, pueden resultar útiles.

Te puedes haber levantado esta mañana pensando y preocupada por todas las cosas que hay que hacer y de cómo el tiempo pasa y no haces nada nuevo ¿y cómo? ¡Si hay tanto que hacer y tantos deberes que se acumulan! A veces quizás te has preguntado eso también, porque de algún modo sueñas, y esos sueños te llaman a algún otro lugar, a algún otro tiempo (y si no, preocúpate en serio, porque algo anda mal) y tal vez –sólo tal vez- cada día se te haga una insufrible encrucijada y puedes ver esos caminos, pero no a donde van (¿Y quién puede?)

Y bien princesa, abre los ojos y sal de tu castillo, porque frente a ti está tu Dragón. Están sólo tú y él y tienes que elegir, o ir hacia adelante tras de lo que deseas y vencerlo en el proceso, o quedarte en tu sitio y esperar que otros decidan todo por ti ¿Qué eliges?

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