En una conversación que tuve con un amigo hace algunos años, antes que nos distanciaramos de nuevo por las inevitables circunstancias de la vida y demás convenientes excusas salió a colación el viejo tema que da Título a una canción de Miguel Mateos: "¿Qué quieres ser cuando seas grande?" Lo cual se puede traducir como "¿Y qué pretendes hacer con tu vida?" En aquel entonces, pensaba lo siguiente:
- Dedicarme a la Literatura
- Convertirme en Empresario
- Dedicarme a la Política
Al instante se detectan un par de defectos en esas afirmaciones, salvo quizás, la primera y es que son enunciados genéricos que podrían ser reemplazados por cualquier otra afirmación como por ejemplo:
"quiero ser bombero" y que por ello mismo carecen de sustancia, de convicción, no resuenan como lo que en realidad
"deberían ser"Y es que, más allá de frases vacías y declaraciones de Intención más o menos altisonantes, cada colección de palabras sólo tiene trascendencia para uno en la medida que resuena interiormente, en la medida que algo en lo más profundo de nosotros y que no puede ser engañado por las apariencias emerge como una fuerza, gritando:
"¡Si, este soy yo!"Y con esto, como la caja de las muñecas rusas emerge otro tema: que es el de como encontrar esa voz anteriormente mencionada, de hecho, en esta época y como señalaba bien -y mal- un columnista de la revista Somos, buscamos un cierto nivel de autenticidad frente a los valores del Hipérconsumo, que, irónicamente, vende la personalización de los objetos, los conocimientos y las personas como mercancía. Entonces, la voz interior se oye más débil, opacada por la prefigurada música de las esferas de la tentación.
Al respecto, he encontrado tres indicios que quizás, puedan ayudarme y ayudar a cualquier lector a bajar el umbral de la audición para escuchar aquello que se busca.
La primera es directa de la Mitología Griega, ya que en el Sexto trabajo del Herácles, se le manda a limpiar los enormes y hediondos establos del Rey Augias en un sólo Día, cosa que este logra desviando el curso de un río, de lo cual, interpretaciones iniciáticas aparte podemos interpretar lo siguiente:
la vida a veces requiere soluciones creativas y rádicales.
Este es el mismo caso de Alejandro magno cortando el Nudo de Gordio, rompiendo el lenguaje del problema y proponiendo otro, el de la solución.
La segunda vino de un manifiesto enviado por mi estimado amigo
Paul y puede encontrarse
aquí y que dice, entre otras cosas:
Hallar nuestro aullido tiene un precio(...) Tenemos que sacrificar todo, pasar un tiempo significativo solos, hacer cosas que creemos que no podemos hacer y alejarnos de una vida que ya no satisface nuestra continua necesidad de libertad. Este proceso se puede sentir como una muerte. En su más intensa fase, nos puede aterrar y en la menos intensa, incomodarnos. Este es el precio de encontrar nuestro aúllido, nuestra voz unicamente auténtica, no hay atajos a ella..."
la tercera viene, irónicamente, de una de las clases de la universidad en la cual, nuestra profesora, la Ing. María Egúsquiza al no encontrar los alumnos un ponente que cubriera la clase, grande sería la sorpresa al ver que, en realidad a diferencia del vídeo teníamos un audiolibro del mundialmente célebre libro de autoayuda
La Vaca del Dr. Camilo Cruz, en el que se hace mención a la "Vaca" como una idea o preconcepción sobre algún asunto que nos sobrepasa y que asumimos tan claramente que perdemos de vista que es sólo una idea, una creencia, un mito autocreado. Y, en este contexto, ¿Qué es madurar? Darnos cuenta de estas limitaciones y superarlas, matar a las "vacas" que tenemos y no renunciar a nuestros sueños por las pacaterías de la "comodidad" o la "seguridad" Y es que, a fin de cuentas,
Lo mediocre es enemigo de la bueno y lo bueno de lo excelente. Y si vamos a serlo como corresponde y como toda la gente de nuestro alrededor nos pide, hay que pasar por el fuego de las armas, por romper con todo aquello que nos esclavizan. Entonces, comenzamos al igual que el Herácles, limpiando los tóxicamente infestados establos de Augias de nuestra propia conciencia, procuremos romper con el miedo a fallar o a ser criticados y después, no cejar, no dudar en que el aullido sonará y seguiremos adelante, por el camino que nuestra propia alma lidera.